Que corra el aire…
Dicen que las segundas partes son más flojas, más predecibles… pues que queréis que os diga, la segunda parte del taller AbanicARTE fue igual de bonico que el primero. Nuevos protagonistas en una historia cargada de amor por los abanicos. La única que repetía papel y texto, era una servidora.
Después del éxito del primer taller AbanicARTE organizado por Cervezas Alhambra, se volvió a prorrogar dos días más, 17 y 26 de octubre. Dos nuevas ocasiones para aprender a diseñar un abanico pintado y troquelado a mano, que fue la delicia de los alumnos que se inscribieron en el taller. Reinó el gusto por hacer las cosas bien, despacio y concentrados en cada pliegue, en cada varilla, viendo crecer su obra de arte a cada minuto que pasaba. El resultado, un alarde de maestría en cada abanico en el que se lanzaron valientes a dibujar sin plantilla, y eso me fascinó, perdiéndole el miedo al minuto de empezar. Y como siempre, lo mejor era el proceso de secado, a golpe de abanico, mientras las más perfeccionistas, apuraban las dos horas de taller que fue un clásico en los tres días.
Un lujo de experiencia y un lujo de alumnos. Mil gracias a los 33 valientes que se dejaron enamorar por el mundo abaniquil. Increíble experiencia y con ganas de que en un futuro se pueda repetir.
¡Larga vida al abanico y larga vida a cervezas Alhambra! Y a brindar que son dos días… Y ahora sí, pasen y cotilleen.
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