El fascinante mundo de los bailes de salón. Es extraño pensar en lo pequeño que es realmente el mundo. En septiembre de 2010, un desconocido envió un correo electrónico al conservador de un pequeño museo Histórico en New Paltz, Nueva York. En el correo indicaba que había encontrado algo que podría resultar interesante para el museo.
El Sr. Cecil Leslie de Wooster -de Ohio- había encontrado un abanico de principios del siglo XX, durante una subasta para recaudar fondos y decidió ponerse en contacto con el museo. Tras recibir el abanico y estudiarlo, se llegó a la conclusión de que el abanico tenía escrita en el borde superior la siguiente frase «Danzas celebradas en Village Hall, organizadas por el club social del New Paltz,». Además, cada varilla del abanico, tanto por delante como por detrás, tenían nombres y apellidos de familiares de la historia de New Paltz: los Deyo, los DuBois, los Hasbrouck de toda la vida… Después de su poquito de investigación, los conservadores del museo determinaron que el abanico era en realidad una tarjeta de baile que se usaba durante los bailes celebrados en la ciudad a principios del s.XX.
Este abanico revela una visión de un mundo social muy diferente de la nuestra. Y es que, las tarjetas de baile, se utilizaban para que los hombres pudieran «inscribirse» para bailar con una dama; por lo que a su vez podría llevar la cuenta de lo que ella estaba bailando, con quien y con cual canción. Esto permitía que a lo largo de la noche tanto hombres como mujeres no se quedaran sin pareja para bailar. No está mal… ¿eh?
Los bailes que aparecen en este abanico fueron los más populares a principios de siglo XX. Los «Lancers» (un baile de cuatro parejas), los «Dos pasos» (un tipo de baile rápido) y el Vals ( más romántico, para bailar más pegadicos… ya me entiendes,¿no?). Estos bailes estaban cargados de reglas.
Las tarjetas de baile, o Ballspendens, nacieron en 1830 en Viena en el Imperio Austro-húngaro. Cuando se organizaba un baile, se les daba a las asistentas una especie de folleto con la fecha, así como algún motivo decorativo elegido por el anfitrión (escudo de armas, motivos florales…). LLegaron a ser muy populares y existen variedad de formas. Eran tan importantes, que la entrada para asistir al baile era ligeramente más cara para las señoras que para los hombres, ya que incluía ese folleto. Esta moda se fue extendiendo por Europa, y fue un exitazo en Estados Unidos a finales del siglo XIX. Las invitaciones para los bailes reales en Europa, estaban realizados en materiales nobles como madre perla o marfil. En EEUU se realizaron con materiales más sencillos propios de la clase media.
El hecho de que las tarjetas de baile se hicieran en forma de abanico, es muy revelador ya que tenían triple uso. Por un lado como invitación, para abanicarse después de tanto baile, y por otro lado una herramienta que las mujeres de principios de siglo, le dieron muy buen uso para flirtear con los caballeros ¡Con un simple movimiento de muñeca! Existen muchos libros de etiqueta escritos durante el siglo XIX. Las listas de «mensajes secretos» que se podían hacer con un abanico es larguísima. Por ejemplo:
_ Un abanico cerrado a la mitad presionado a los labios significaba «Puede besarme»
_ Al tocar la punta del abanico con un dedo, «Me gustaría hablar con usted»
_ Apoyar el abanico en la mejilla derecha, «Sí»
_ Apoyar el abanico en la mejilla izquierda, «No»
De un pequeño objeto como el abanico, se puede aprender mucho acerca de las modas entre la juventud de principios del siglo XX. Y yo, ¡qué queréis que os diga! Donde esté un buen abanico para flirtear, junto con una caída de pestañas… que se quite el WhatsApp y tanta chuminá.
*Fuente consultada- Kate Long- . Museo de los Hugonotes de New Paltz, Nueva York.