Humbert y Lolita, Thelma y Louise, Dean Moriarty y Sal Paradise… Todas estas almas de carretera y manta, fueron atraídos por un elemento decadente: el motel. Neveras de cubitos de hielo, una recepción abierta las 24 horas, piscinas cubiertas por una lona polvorienta, citas a escondidas, un Chevrolet rojo aparcado en la puerta, carteles de neón que parpadean, camas que vibran por 1 dólar, colchas kitsch, muy kitsch.
Romanticidio nace del melodrama, del dolor tras una ruptura, de la decepción, de recomponer todas las piezas que se han roto, del no me quiero volver a enamorar, del divirtámonos mientras dure, de la exploración de la libertad, de las citas a escondidas, de los moteles de carretera, de los bungalows a orillas de la playa.
Matar el romanticismo, el sentimentalismo y todo lo que se le parezca.
Porque no existe el amor y nos lo inventamos, o porque duele o podría doler. Tú, prometiste no volverte a enamorar, no cometer los mismos errores pero…