Las Siete edades de la mujer fue inspiración para muchos artistas, poetas como Quevedo, y pintores como el alemán Hans Baldung quien en 1544 pintó su famoso cuadro.
Más adelante, el grabador inglés George Wilson realizó entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, un grabado sobre «Las siete edades de la mujer«, destinado a ser montado en un abanico plegable. Como es de esperar, se centra en los roles domésticos y maternos que les eran propios a las mujeres de finales de 1700. Al igual que en las siete edades del hombre, la vida de la mujer comienza y termina en un estado físicamente débil, dependiente de los demás, etc., pero a diferencia de los hombres -que tienen más fases centradas en sus ocupaciones laborales- las etapas para una mujer son menos variadas. La joven amada se convierte rápidamente en la esposa optimista, en la madre cariñosa… una evolución mucho más rápida que la del hombre, quien se entretiene un poquito más en ser soldado y amante de la justicia, antes de sentar la cabeza como padre y esposo.
El abanico incluye «Las siete Edades de la mujer». Entre paréntesis la correspondencia con las edades del hombre:
- Bebé (Infantil)
- La costurera (Edad escolar)
- La chica / (El amante víctima del amor)
- La amante esposa / (El aventurero- soldado)
- La Matrona (La Justicia)
- La Viuda / (El soldado herido)
- La paciencia (La vejez- la senectud)
Detalle del abanico; la amante esposa
Y para no quedarme atrás, he querido rendir mi particular homenaje haciendo una versión de Las siete edades abaniquiles. Y hasta aquí puedo leer.
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