Very fan: Le magnifique Poiret

“Desencadené la guerra al corsé, y de todas las revoluciones, la mía se hizo en nombre de la libertad. 

¡Había que liberar los estómagos!”

Paul Poiret  fue un modisto francés, cuyas aportaciones a la moda del siglo XX han sido comparadas a las de Picasso en el arte. Fue llamado King of Fashion (Rey de la moda), y justo así decidió el Museo Metropolitan de Nueva York titular la exposición dedicada hace 10 años al maestro de la moda. Curiosamente también fue el título que eligió Poiret para sus memorias publicadas en 1930. La realeza no tenía secretos para él.

Paul Poiret nació en París en 1879, en el seno de una familia humilde. Su padre, un comerciante de telas, le envió a aprender un oficio a un taller de paraguas. Allí aprendió la técnica. En casa, pasaba largas tardes coleccionando retales de tela y diseñando trajes para las muñecas de su hermana. Su carisma y talento le fueron abriendo paso en los círculos más exclusivos de la Belle Époque parisina. Poco a poco fue haciéndose un nombre en el mundo de la moda, trabajando al principio como asistente y después como jefe del departamento de sastrería, para Jacques Doucet. Tras haber trabajado en la casa de modas parisinas de Charles Frederick Worth, Poiret creó su propia firma en 1902. Hacia 1908 volvió a poner de moda el vestido de corte Imperio, que fue popular en Francia durante el régimen de Napoleón Bonaparte.

Con sus diseños contribuyó a la liberación de la mujer y a crear la estética que marcaría todo el siglo XX. Creando una silueta más fluida y esbelta, de clara influencia oriental; kimonos, kafkanes y los pantalones bombachos típicos de Turquía.

Todo se cosía en su taller de París, y desde allí al mundo: una revolución. Contrario a la uniformidad de la época, pensaba que los “verdaderos elegantes” son aquellos que “inventan modas, los que las crean, no los que las siguen”. El artista debía innovar y arriesgar.

 ‘Todas las mujeres deben descubrir su propia individualidad

y vestir según su estilo’. 

En 1905 se casó con Denise Boulet, que se convertiría en su musa y con quien tuvo cinco hijos. Años después se divorciaron.

Fue un visionario al ser uno de los primeros modistos en crear una línea de cosmética, Rosine, y otra de artículos para el hogar, Martine (los nombres de sus dos hijas). Fue el primer creador europeo en ser consciente de las oportunidades del mercado norteamericano, lanzándose a EEUU para expandir su marca.

 La-Rose-de-Rosine.-Perfume. 1912

Abanicos promocionales de sus perfumes. Por detrás, estaban divididos e impresos los nombres de los aromas característicos de Poiret. Una pegatina roja en una de las hileras indicaba el perfume usado para rociar cada abanico, por ejemplo, Le fruit Défendu o L’Etrange Fleur.

En 1924-25 encargó  al arquitecto Robert Mallet-Stevens la Villa Paul Poiret en Mézy-sur-Seine– que nunca llegó a habitar debido a la quiebra de su taller de costura en 1926.

El fin de la I Guerra Mundial, a la que logró sobrevivir y en la que sirvió como sastre en el Ejército, supuso una nueva forma, más industrial, de concebir la moda, y un diseñador amante como él, de la artesanía, el exotismo desmesurado y la ornamentación se negó a continuar en esta línea. Su fama se difuminó en los años 20 muriendo en París bajo la ocupación alemana de Francia, arruinado y olvidado. Paradojas del destino, como quedó escrito en el catálogo de la muestra del Met dedicada al diseñador:

“Es irónico que Poiret rechazara el Modernismo; sus innovaciones técnicas y comerciales fueron fundamentales para su surgimiento y desarrollo»

La naturalidad era una constante en los diseños de Poiret, responsable en parte del abandono del corsé. También es recordado por diseñar la falda de medio paso, a la que posteriormente le añadió ceñidos desde el muslo hasta la rodilla. Era un enamorado de los complementos, de añadir borlas, chales con plumas de colores, estolas de zorro que concedían un aire más teatral a sus diseños.

En 1930 publicó En habillant l’époque (Bernard Grasset) y tres libros de memorias. Dos años antes publicó Pan. Annuaire du luxe à Paris ( Éditions Devambez) con la participación de celebridades como Jean Cocteau y Raoul Dufy. La casa Poiret cerró definitivamente en 1929, un año terrible.

Su amigo André Derain lo inmortalizó en un retrato y fue sucedido en el favor popular por Coco Chanel, su rival y enemiga en el gusto de la moda parisina.​ Se cuenta que hacia el final de su carrera Poiret se encontró a Chanel vestida con una de sus innovadoras creaciones, el sencillo vestido negro, preguntándole «Perdón señorita, ¿por quién lleva ese luto?» a lo que ella respondió «Por usted señor».​ Queda claro que no había una gran amistad entre ellos, a pesar de que Poiret había abierto el camino a una mujer liberada, la insignia de Chanel.

 

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