«Lo que hoy aceptamos con naturalidad era considerado un milagro hace ciento cincuenta años. La fotografía parecía capaz de sustituir al artista, que jamás podría igualar su inmediata y precisa reproducción de la realidad. Fue entonces cuando la pintura tuvo que volver a encontrar su razón de ser, cuando Klee proclamó que sus retratos eran ‘más verdaderos que los originales’. Pero tal vez, si Durero hubiese nacido cinco siglos más tarde, habría cambiado todos sus instrumentos ópticos por una cámara fotográfica.»
El origen de la caja de óptica fue atribuida a Leon Battista Alberti en 1437. Comenzó a profundizar en el fenómeno perceptivo, utilizando un marco de forma rectangular, dividido mediante hilos tensados, en cuadrados iguales. Sobre el lienzo reprodujo el plano de la ventana a través de la cual miraba el modelo y dibujaba sobre el lienzo lo que veía a través del visor (ventana) posiblemente fue el primero que utilizó este proceso para pintar.
Una vez desarrollado este invento que a los ojos de sus contemporáneos era pura magia, los feriantes montaban sus puestos en las calles, en los mercados, en las ferias y en los parques de los castillos. Estas primeras cajas ópticas eran muy rudimentarias, y por una moneda permitía a los espectadores viajar en el tiempo y el espacio.
Y como todos los caminos llevan a los abanicos… la prestigiosa Galería francesa Le Curieux, publicó hace pocos días en su página de Facebook, este precioso abanico (abajo) de uno de sus catálogos. La decoración está inspirada en una escena en la que un caballero presume de caja óptica y alardea de ella entre sus amigos. Igual que el que ahora presume de un Ferrari, bueno igual no, prefiero que presuma de caja óptica 😉
Está fechado entre el siglo XVIII y XIX. Sus medidas son de 22 x 31 cm. Me flipa el maquillaje, muy a lo Tino Casal.
El abanico de abajo pertenece a una serie llamada «Fiestas Italianas» de François Boucher que se realizó para la Real Fábrica de Tapices de Beauvais, 1734-1736. Pintado en gouache. Hay varias escenas con bailes, juegos de azar, una escena amorosa e incluso una caja óptica de grandes dimensiones a la que la gente se acerca haciendo cola para verla. Varillaje de 30 cm., tallado, grabado, pintado y con aplicaciones en pan de oro y plata. Francia, 1750.
Abajo, un curioso abanico publicitario para la marca Taverne Pousset/Taverne Royal. Representa los cinco sentidos. En el centro de la composición, una escena en la que destaca una linterna mágica, el origen del cinematógrafo. Con ella se podía aumentar o disminuir el tamaño de las imágenes proyectadas. Este abanico se conserva en muy buen estado, aunque tiene algunos pequeños desgarros en la parte superior. Las medidas son de 22 x 31 cm. Siglo XIX. Pincha AQUÍ y AQUÍ para saber más.
Y hasta aquí el post de hoy.
⚡ Muy pronto estrenaré nueva colección: CLOCHÉ. Atentos a sus pantallas ⚡
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